El trapicheo se practica desde tiempos inmemorables.

Vestir a estas niñas se está convirtiendo en un martirio semanal. Me pongo a sacar la ropa de “Ponyo” y me dice que esos calcetines  no se los pone porque son pegajosos. Le doy una blusa y un pantalón y me contesta que la blusa es espesa y los pantalones “rabadillos”. -¿”Ponyo”, me puedes explicar…

Ellos son así, nosotras asá. Y así asamos.

Ya me había advertido mi madre que me iba a casar con un marciano, lo que no sabía es que pronto iba a tener también «marcianitos» en casa. Hace un tiempo mandé a “El Gato” acompañado de “La Morena” a comprar un frasco de Nocilla. Desde casa a la tienda son 3 minutos, 3 minutos…

Cómo un tacón de aguja se clavó en mi corazón.

Hace unos meses, un día normal, me desperté de repente: -¡Mecachis!, ¡Me he quedado frita! Me levanté de un brinco un poco agobiada, me enfundé unos vaqueros y el primer jersey que tenía a mano y empecé a levantar a todo el rebaño. Salimos de casa con el tiempo justo, me senté en la “fragoneta”…