Nunca imaginé que algo tan blanco pudiera acabar tan negro.
Me levanté por la mañana y temerosamente me asomé a la ventana. ¡Hace sol! le grité al «maromo». El día empezó de otra manera. Más luminoso, más brillante. Como si los rayos del sol diesen una dosis extra de vitaminas para llevar el día con más ánimo. Él es el único capaz de ponerte unas gafas oscuras para verlo todo más claro.
Por fin descolgué mi pantalón blanco del armario y me lo enfundé muy satisfecha. Logré esquivar las manitas pegajosas de mermelada que querían mancharme el día. Esto no es fácil y lo conseguí aplicando todo tipo de artes marciales para sortear el ataque. El pantalón quedó impoluto.
Llegué a mi destino la mar de contenta, y bajé del coche convencida de que eso que dicen de que el sol está asociado a menores niveles de estrés era una verdad como un templo.
Pues os digo que es una mentira cochina. ¡Muy cochina!
Los investigadores se equivocan, no hay ningún vínculo entre el clima y los niveles de felicidad.
Cerré con energía la puerta del coche y la llave se me resbaló de la mano y cayó justo debajo de éste. ¡Maldición!
Me quité las gafas para ver mejor y sin embargo lo vi todo muy negro. No tuve más remedio que arrodillarme en el suelo y meter la cabeza por debajo.
Por allí pasaba un señor que se quedó mirando toda la escena y a mí me puso aún más tensa.
¡No podía ser! La llave no estaba y justo debajo había una alcantarilla. Así que era el único lugar donde podía hallarse.
Empecé a echar pestes y el buen hombre, que había conseguido ocupar su mañana con un plan novedoso, tuvo la amabilidad de sugerirme que moviese el auto para acceder mejor a la alcantarilla. A lo que le respondí con una sonrisa forzada que cómo narices iba a moverlo si el desagüe se había zampado mi llave. Había esquivado la mermelada pero la “mierdalada” me había alcanzado.
Me desparramé debajo del coche y metí la cabeza por el agujero. ¡La vi! Ahí estaba mi llave encima de un montón de mierda.
Le transmití mi hallazgo al buen señor, que se lo estaba pasando pipa mirando toda la hazaña y dándome toda clase de indicaciones.
La escena era patética la llave y mi glamour estaban dentro de la cloaca.
-¡Mete la mano y cógela!
-¡No me atrevo, señor! Si me sale una rata…
Tenía la esperanza de que el caballero socorriese a la débil dama e hiciese el trabajo por mí. Pero no hizo el mínimo ademán y tuve que ser valiente y meter la manaza por el asqueroso sumidero.
“¡La tengo!” grité mientras algunas personas miraban extrañadas la escena. Y no era para menos, una loca tumbada y despelurciada debajo de un coche, con la manos llenas de porquería y los pantalones negros.
Caminé a casa, mientras el sol se carcajeaba de mí desde lo alto.
Me lavé y preparé un café que me supo amargo. El azúcar se había ido al fondo y no tuve más remedio que sacudirme el pantalón aquel día.
Es increíble cómo una tontería puede estropearnos el día. Cómo un contratiempo nos afecta y el tiempo nos dice qué cara poner. Cómo nos atamos a las contrariedades y nos apresan cuando somos nosotros quienes llevamos la correa.
La forma en que un día transcurra no depende del sol, de la lluvia o de una mancha. Se trata de echar salsa a las adversidades para comernos la vida con ansia viva, antes de que nos traguen ellas.
¡A días azarosos ponte unas gafas de sol!
Un gusto leerte ,como siempre!👏
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Y un gustazo que comentes!
Muchas gracias!!!
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Madre mia que mal lo tuviste que pasar….ya te contaré en petite comité lo que me pasó que fue más desastroso y con un enfado que a mí «maromo»como tú dices aún le sigue…ni me habla
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Jajaja
Ya me contarás. Poneros unas gafas!!???
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jaja a mal tiempo buena cara!
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Y a buen tiempo pantalones negros!!! 😉
un saludo!!!!
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Ay lo siento pero casi me da un ataque de las risotadas jeje pobre, esos días son horribles pero hay que verlos con una sonrisa aunque en muchos casos te ríes después al recordar la escena. Si te sirve de consuelo llevo tres súper moretones enormes y feos en tres semanitas seguidas, cuando una lleva el día negro y encima es un poco torpe esas son las consecuencias jaja
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Uy pobreeee!
Si,me río mucho recordando el ridículo q hice. Q le vamos a hacer…
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Lo siento, no puedo parar de reírme!! jajajaja ¿A quien no nos ha pasado esto alguna vez? Y si están los niños contigo, entonces es lo más…Te convierte en super héroe! Consigues coger lo que se ha extraviado debajo del coche y tu hijo… Mooolt bé mama!! (montándote una fiesta que no veas).
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Jajajaja. En héroe… o se avergüenzan de ti y se esconden como si no te conocieran.
Besotes!!
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