En mi corral ya crío pavos.

Que si, que ya me lo decían esas sabias señoras que encontraba por la calle: «¡Hija, disfrútalos que crecen muy rápido!» Pero de pollo a pavo sólo hay pimienta. Alguno de los polluelos ha dejado de piar para empezar a guglutear. Así que me he puesto un peto y un sombrero de paja y metido…

Cómo un tacón de aguja se clavó en mi corazón.

Hace unos meses, un día normal, me desperté de repente: -¡Mecachis!, ¡Me he quedado frita! Me levanté de un brinco un poco agobiada, me enfundé unos vaqueros y el primer jersey que tenía a mano y empecé a levantar a todo el rebaño. Salimos de casa con el tiempo justo, me senté en la “fragoneta”…