Cómo un tacón de aguja se clavó en mi corazón.

Hace unos meses, un día normal, me desperté de repente: -¡Mecachis!, ¡Me he quedado frita! Me levanté de un brinco un poco agobiada, me enfundé unos vaqueros y el primer jersey que tenía a mano y empecé a levantar a todo el rebaño. Salimos de casa con el tiempo justo, me senté en la “fragoneta”…