Pelillos a la mar.

El sábado mi amiga Lu nos invitó a cenar a su casa, y en un momento en el que estábamos a  solas, se arremangó el pantalón  orgullosa y me enseñó su pierna tersa y lisa sin un solo «pelaco».

– ¡Me he hecho la láser, por fin!

Yo morí de envidia y me acordé de la frase que nos decía siempre mi madre: «Llevad la muda aseada y las piernas segadas, que nunca se sabe cuándo os va a pasar algo por la calle…»

Miré mis medias acorazadas de 200 denier y supliqué al cielo que el chucho  de Lu no me las rompiese  mientras trepaba por mi pierna.

Así, hablando de pelos, empezamos a reírnos de las mil historias que nos habían pasado a cuenta de estos malditos, porque todas tenemos algún relato muy “vello” que contar.

Y las buenas amigas son aquellas con las que charlas de las cosas ordinarias de la vida y a las que revelas tu lado más oscuro.

Pero las risas más escandalosas se las llevó la historia que le pasó a Mar y que si no os la cuento reviento:

La buena de Mar caminaba por la calle cuando tropezó y cayó al suelo de la manera más tonta. Como le dolía bastante la pierna y se olía que estaba rota,  se fue al médico. Pero muy precavida ella, pasó antes por casa y con una cuchilla  se afeitó la pierna afectada.

Cuando llegó a la consulta, el médico le indicó que se levantase el pantalón de la pierna mala. Muy satisfecha ella de su apaño, le mostró coqueta su pierna sedosa.

Pero rápidamente su cara cambió de su tono habitual a roja como un pimiento, cuando el doctor quiso comparar la hinchazón y al levantar la otra pernera se encontró con “Gremlin”.

Sólo cabía pensar eso o que mar fuera la hija de “La princesa Leia” y “Chewaca”. 

¡Pobre Mar! Nunca había pasado una situación tan peliaguda. Todas tenemos nuestros momentos “Bridget Jones” y sé que más de una dejaría a alguno espeluznado.

Nunca olvidaré mi primer afeitado con 10 años, fue en compañía de mi hermana. La verdad, es que fue una dura decisión sacrificar nuestra caja de cientos de pegatinas que llevábamos coleccionando siglos. Pero era eso o que los niños en el cole nos llamaran “pelitos”. Ganó nuestra dignidad, así que pegata de “Snoopy” por 20 pelacos, ofrenda de “Mafalda”  por 30…

Meses tardó en quitárseme la marca que me dejó Mary cuando a los 14 años me hizo la cera. La calentó bien, con muchas burbujitas, tiró y se llevó los pelacos y un trozo de carne. Eso se llama, queridas, una depilación integral. Momentos que marcan.

El otro día pillé a mis féminas en el baño enrollándose en celo   como si se estuvieran empaquetando. Unidas también para pasar juntas por el duro trance del depilado, porque los momentos importantes requieren vivirse con personas importantes. Que estas cosas unen mucho.

 Os aviso, la muda aseada y las piernas segadas, que nunca se sabe… Lo dije aquí y lo repito: