Cómo un tacón de aguja se clavó en mi corazón.

Hace unos meses, un día normal, me desperté de repente:

-¡Mecachis!, ¡Me he quedado frita!

Me levanté de un brinco un poco agobiada, me enfundé unos vaqueros y el primer jersey que tenía a mano y empecé a levantar a todo el rebaño.

Salimos de casa con el tiempo justo, me senté en la “fragoneta” con toda la chiquillería un poco exaltada por el ajetreo matutino, me miré en el retrovisor y casi me da un soponcio al ver a Tina Turner llevando el volante.

-¡Coimes, No me he peinado!

Arranqué el coche, pisé el acelerador y salimos pitando al colegio.

Cuando se bajaron todos y mientras me hacía un moñaco improvisado, rumiaba:

-Esto no puede ser, menudas carreras. Empezamos bien el día…

Arranqué otra vez el coche y cuando apenas llevaba un metro de distancia vi unos tacones de aguja pisando muy decididos por el asfalto. Levanté la mirada y una señora muy bien arreglada, perfectamente peinada, no como yo, cargaba una bolsa sin perder el ritmo. Me paré y le pregunté si quería que la acercara a algún sitio.

Muy agradecida y sin parar de sonreír se subió al coche mientras todo el pulserio y alhajas que llevaba no paraba de tintinear.

-Mira qué mona va y yo con estas pintas, pensé.

La buena señora me pidió que la acercara a la parada de bus que se encontraba a 2 Km de su casa, tenía que ir a hacer unos recados. A mí me dio lástima y la acerqué directamente hasta su destino final, total, yo iba con mi coche, sucio y rallado, pero coche al fin y al cabo, que me lleva a donde quiero sin ningún esfuerzo.

En ese tiempo charlamos un rato, y fue entonces cuando su puntiagudo tacón salió disparado para clavarse de lleno en mi corazón.

En Asturias llueve mucho, en invierno hace frío y ella camina 2 km  para ir a buscar una caja de aspirinas. Empuña un paraguas, y carga una bolsa pero lleva los labios rojos.

Está sola, toda su familia se le ha ido. Es realmente triste, pero ella sonríe.

 No tiene quien la despierte por la mañana, pero no se queda dormida. Se levanta se pone muy guapa y va en busca de su autobús para seguir conduciendo su vida.

Me mira y me dice:

-No sé qué hago aquí, no tiene sentido.

Y yo te digo, las personas como tú dejan huella.

Aquella mañana me propuse no quejarme más y fue gracias a ti. Me di cuenta de la suerte que tengo de poder conducir mi coche falto de una limpieza integral y me lo hiciste ver tú. Pensé que el griterío matutino es mi tintineo particular y me suena a música celestial. Que tu entereza y serenidad es la “gasofa” de otros coches que paras por el camino.

A veces cosas tan materiales, como un sombrero o unos tacones nos alegran el día y nos hacen valorar lo que tenemos. Hay situaciones duras, hay historias muy tristes y hay gente como tú que llena su bolsa de cosas bonitas para compensar la carga.

Porque al final la vida es eso, un revoltijo de risas, cansancio, tacones, sombreros, despertadores, fiestas y enfermedad,  todo metido en el bolso. Así que, a emperifollar los días y disfrutarlos ,que si nos quedamos dormidas es porque estamos muy vivas.

 Y prometo que a partir de ahora cuando me levante, y vea a “Tina Turner” en el espejo voy a cantar a grito pelado: “Simply the best ”.

Ah! yo en mi bolsa he metido un chupete!!!